El Teatro permite el desarrollo de las habilidades del pensamiento artístico: percepción, sensibilidad y creatividad, nociones que Elliott Eisner maneja en su libro El arte y la creación de la mente (Paidós, Barcelona, 2004), en el que muestra, además, algunas cosas que la educación puede aprender de las artes.
Haciendo teatro se pueden desarrollar estas habilidades, en un proceso donde se involucran la expresión, la experimentación, lo efímero, el cuerpo, el espacio, la lengua, los sentimientos, la cultura, y en buena medida, las herramientas y los recursos de otras disciplinas artísticas.
El que hace teatro desarrolla su sensibilidad a través del manejo e interpretación de las emociones, dándoles cuerpo y voz, forma y sonido. ¿Cómo se mueve una persona cuando está triste, colérica, desamparada? ¿Cómo coloca los brazos cuando se siente sola? ¿Cómo habla? Y entonces, entablamos una dinámica de observación, de percepción del mundo, de las personas y las cosas.
La percepción nos permite reflexionar sobre los modos de ver las cosas, la sociedad, la cultura; esta habilidad nos lleva a poder comprender cómo se construyen las conductas, los valores, las creencias, y a darles un peso, un valor en un contexto propio.
El teatro desarrolla la creatividad en la medida en que propone retos de comunicación y expresión. Contar una historia de la manera más interesante o divertida es un reto enorme y maravilloso. Es como La percepción nos permite reflexionar sobre los modos de ver las cosas, la sociedad, la cultura; esta habilidad nos lleva a poder comprender cómo se construyen las conductas, los valores, las creencias, y a darles un peso, un valor en un contexto propio. un buen acertijo que invita a pensar soluciones. Pero en el teatro las soluciones son múltiples, dependiendo del contexto, la cultura, la historia personal de quien lo hace y de los espectadores. Por eso no hay un sólo Hamlet, o al menos, nunca puede ser el mismo.
Por todo esto, en una clase de teatro:
Cantamos y bailamos
Jugamos a movernos de diferentes formas
Imitamos animales o personas
Observamos a los demás Imaginamos personajes y situaciones
Pensamos en las sensaciones y las emociones
Inventamos y contamos historias Hacemos pequeñas escenas en equipo
Jugamos siempre para divertirnos