Generalmente todos, a fin de año, hacemos un recuento de este por terminar. Este 2020 será muy recordado por la incertidumbre que generó, por cómo está afectando a la humanidad entera en todos los niveles y aspectos de nuestras vidas, y cómo nos hace a cada instante saber lo endebles que somos, y que estamos en constante riesgo de enfermar, y tal vez de morir.
La revolución industrial trajo cambios en la sociedad humana que favorecieron la creación de cosas, mercancías, cambios en lo laboral, la implementación de máquinas para sustituir la mano humana, y la afectación consecuente en el medio ambiente, al favorecer el automóvil, el avión y acercarnos unos a otros; pero a cambio de disminuir los tiempos de comunicación entre todos, favorecer la contaminación del medio ambiente, y depredar al planeta destruyéndolo poco a poco, en todas las formas posibles. Hay sociedades que favorecen su economía haciendo guerras, sin importarles cómo y qué tanto destruyen a los rivales o enemigos supuestos. Lo más importante ha sido el dinero y las ganancias, sin importar el cómo se avasalla a los demás y todo lo que por ende se destruye. ¿Para qué?
Mi deseo personal para todos es que se inicie el gran despertar.
1º. Ojalá hagamos conciencia y nos demos cuenta de las enseñanzas que podemos obtener, si reflexionamos lo que nos está pasando. Debemos rectificar el rumbo que llevaban las cosas y actitudes planetarias a todos los niveles.
2º. La naturaleza tiene sus leyes y debemos respetarlas para convivir con todos en forma adecuada. Nosotros formamos parte de ella, y por tener razonamiento tenemos la obligación de ser más respetuosos de todo y todas las especies con las que convivimos. Incluso debemos respetar nuestra propia naturaleza y no seguir yendo en contra de ella.
3º. El amor es la fuerza unitiva y constructiva que nos permitirá, siempre, salir adelante y tener la satisfacción plena de entregarnos a los nuestros y a los demás para el bien de todos. Hacer el bien a los demás es altamente gratificante y nos deja en armonía interior.
4º. En todas las formas posibles el hombre ha transgredido su naturaleza, y afectado tanto a sí mismo como al entorno, y esto debe cesar ya.
5º. Todos y cada uno de nosotros somos importantes y únicos en la creación y tenemos una misión que llevar a cabo en nuestra vida. El trabajo de todos es importante para convivir en paz, y todos aportamos para nuestro común bienestar.
6º. Tenemos que observar la totalidad y no ser parciales en nuestro actuar, porque a nivel cósmico todo está integrado e interrelacionado; nuestra conducta afecta eminentemente al entorno. Yo formo parte del todo, y no el todo es parte de mí y para mí.
7º. No es favoreciendo lo individual como las cosas se solucionarán, tenemos la obligación de ver el bien común, el bien de todos y para todos. El egoísmo no es la prescripción adecuada; lo es la común unión y la armonía entre todos.
8º. Debemos favorecer la comunicación entre todos y cada uno de nosotros. Todos somos importantes, sin excluir a nadie, tenga la edad que tenga. Sobre todo, a nivel familiar nuestros viejos son nuestra historia y nuestra procedencia, y estamos obligados a favorecerlos por su labilidad y su necesidad, y porque ellos cuando nosotros lo necesitamos, nos dieron su vida, su energía, su tiempo y sus cuidados; por ellos, aquí estamos.
9º. Lo más importante no es el dinero ni la ganancia o plusvalía de las cosas. Una vez enfermo, la salud no es mercancía que está en venta en alguna tienda o almacén y que pudiera comprarse. La vida es un don y la salud una responsabilidad que cuidar, siempre llevando a cabo la virtud máxima o término medio, llamado “mesotés” por el gran Aristóteles.
10º. El insignificante virus nos ha mostrado su capacidad de contagio, de destrucción y sobre todo, nos ha mostrado lo lábiles que somos y cómo si nos contagiamos, tiene la capacidad de desaparecernos de la faz de la Tierra. Finalmente, si nos contagiamos somos nosotros los responsables por no llevar a cabo las medidas necesarias de protección. En nuestras vidas siempre recordaremos este año como el del Gran Despertar o “el año en que hicimos conciencia planetaria de lo valioso que es la vida, el bien máximo que no pedimos, pero que nos fue otorgado amorosamente a todos los que existimos, como una maravillosa oportunidad de trascender”.
DR. MANUEL EDUARDO JAIME CALDERÓN MÉDICO PEDIATRA y MÉDICO HOMEÓPATA
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