¿Por qué María Montessori creía que la educación era el camino para llegar a la paz?
Para responder a esta pregunta es necesario entender en qué creía ella y, con base en eso, podamos comprender mejor la esencia de la propuesta Montessori.
Considerada la primera médico en Italia, además de contar con una formación en múltiples disciplinas, María Montessori rompió los esquemas de su tiempo, desafiando los prejuicios sobre la educación y los niños.
A lo largo de su vida vivió esquivando los peligros de las Guerras Mundiales, llegando a ganarse el respeto de grandes personalidades de su tiempo, gracias a su fresca y revolucionaria perspectiva en un mundo que había perdido gran parte de su esperanza por los diferentes ideales políticos que la época presentaba.
Durante su juventud adquirió bastante experiencia atendiendo a niños con distintas neurodiversidades, ejerciendo así la habilidad de la observación, que tanto exhorta en sus libros y congresos, a la vez que le permitió probar algunos de los materiales que ingenió junto con otras mentes, concretando sus ideas para ser probadas a nivel clínico, por lo que cuando surgió la oportunidad de trabajar con niños “normales”, los resultados se hicieron más notables y fueron más difundidos, logrando el apoyo para abrir la primera Casa de los Niños, en una pequeña comunidad de San Lorenzo, Italia.
Su primer grupo contaba con grandes desafíos, provenían de familias de bajos recursos, tenían distintas edades, eran analfabetas y carecían de hábitos en el cuidado de su persona, sin embargo, fue gracias al voto de confianza y al apoyo de sus familias, que logró crear un espacio para que los niños se desenvolvieran y aprendieran a utilizar los materiales de desarrollo.
Una vez que trabajó con ellos, se dio cuenta que los mismos niños eran los que cuidaban de este espacio, llegando a la conclusión de que la disciplina surgía de manera espontánea, lo cual levantó varias cejas y causó que hubiera un gran interés global en su trabajo, ya que no reprendía a los niños.
Y así, fue puliendo sus ideas y dándole estructura a su forma de trabajar, sin embargo, ella era una mujer con gran convicción y genialidad que, sin lugar a dudas, buscaba ampliar sus alcances, por lo que aceptó la ayuda de un líder político para difundir y costear sus proyectos: Benito Mussolini.
No obstante, aunque este sea uno de los episodios más criticados de su vida, debido a lo cerca que trabajó con uno de los mayores líderes fascistas, diez años más tarde logró desligarse de este movimiento político para impedir que utilizara las bondades de su método con fines de adoctrinamiento.
Estos eventos la obligaron a huir de su propio país y a buscar refugio en países como España, Holanda e India, complicando aún más la relación que, como madre soltera, tenía con su hijo: Mario.
Sobre este polémico punto, se sabe que María decidió dejarlo al cuidado de otra familia durante su infancia, aunque siempre estuvo presente, visitándolo con frecuencia hasta que, posteriormente, lo llevara consigo presentándolo como su sobrino, y que fue hasta la muerte de su madre que se permitiera presentarlo como su propio hijo. Mario se convirtió en una pieza fundamental para profundizar y enriquecer la pedagogía Montessori, sobre todo en el nivel de 6 a 12 años, con un perfecto entendimiento de la filosofía que su madre había impreso en su propuesta.
María Montessori sabía que no se puede educar para la paz por medio de conceptos abstractos, sino a través de “un gran trabajo”; una actividad social de suma importancia que impulse los valores del hombre para permitir el desarrollo máximo de sus energías y lo prepare para generar un tipo de sociedad humana diferente, en un plano más elevado; un proceso que comienza en la niñez, cuando se desarrolla el ser social.
Un primer paso, de acuerdo a María Montessori, es el desarrollo espiritual del hombre para después, organizar a la humanidad para la paz.
Ella consideraba a la humanidad como una sola nación, porque más allá de las fronteras, estamos intrínsecamente relacionados y los efectos -positivos y negativos- los vivimos todos en cadena. Ella misma se consideraba una ciudadana del mundo.
Así es como nace una nueva visión de los seres humanos, una que, sin lugar a dudas, es humanista y esperanzadora, ya que le otorga a cada quien un lugar dentro de la gran escala cósmica, debido a que contempla los aspectos físicos y espirituales de nuestra cotidianidad, llevándonos a reconocernos como agentes cósmicos, más allá de lo que la sociedad nos exige, invitándonos a ser observadores, a utilizar la imaginación, a cambiar nuestras perspectivas y a romper nuestras creencias para crear cosas que eleven el sentido de nuestra historia.
Podemos afirmar que María Montessori fue una mujer que defendió sus descubrimientos y los protegió a toda costa, aunque eso la llevara a tomar decisiones poco ortodoxas, algunas de las cuales siguen cuestionándose hasta el día de hoy, no obstante, y tal como ella misma lo dijo “…la educación es indispensable para salvar a la humanidad; por eso todos nuestros esfuerzos deben estar dirigidos a la conformación del hombre interior, y no a la lucha contra el mundo exterior”.