Cuando uno entra, por primera vez, a un ambiente Montessori, lo primero que salta a la vista es la armonía del ambiente preparado. Se trata de un espacio que se ha arreglado con cariño y esmero; los muebles son para el tamaño de los niños y en cada estante hay una serie de bellos materiales al alcance de sus manos.
Los materiales están acomodados con orden y lógica, y así como en nuestro hogar tenemos un espacio para las diferentes actividades (la cocina, el comedor, la sala, los baños, las recámaras…), en el ambiente Montessori las áreas de trabajo le indican al niño en dónde puede encontrar lo que necesita y justo, a dónde debe regresarlo.
El material tiene una secuencia. Los más sencillos van en los estantes de abajo y los más complejos en los de arriba (porque los más sencillos los ocupan los más jóvenes y los más complejos los mayores), en una dirección que va de izquierda a derecha –tal como nuestra sociedad nos ha acostumbrado a transitar el paso y la mirada–.
El material es muy atractivo por sus formas y colores, por la materia con el que está hecho, y porque siempre debe encontrarse limpio, completo y en buen estado. Cuando éste sufre un daño, tiene algún desperfecto o queda incompleto, se retira del ambiente.
María Montessori insistía en llamarlo material de desarrollo, distinguiéndolo del material didáctico, ya que éste último está diseñado para enseñar, mientras que el material de desarrollo Montessori lleva al niño a generar sus propios procesos de aprendizaje.
“El material de desarrollo, en efecto, no ofrece al niño el contenido de sus inteligencias, sino el orden para adquirir el contenido”. Manual práctico del Método Montessori, María Montessori.
Cada una de las áreas del conocimiento, de los distintos niveles escolares, ofrece una gama de materiales de desarrollo que han sido científicamente diseñados, pues son el producto de la observación para cumplir con un propósito inteligente, cubriendo los intereses y necesidades de las diferentes etapas de desarrollo.
Se deben cubrir varios aspectos:
El material debe estar fabricado, de preferencia, con productos naturales, como la madera, el vidrio, la cerámica, el barro, etc., con la vulnerabilidad propia de la materia prima, lo que alertará a su cuidadosa manipulación.
Debe tener la exactitud y perfección para servir realmente para lo que fue hecho, por ejemplo: si se va a verter agua, el pico de la jarra debe permitir el flujo del agua sin derramarla por otros lados; o si es un instrumento para medición, debe ser exactísimo.
Muchos materiales contienen en su genial propuesta, un control de error, de tal forma que, si quien lo utiliza se equivoca, podrán faltarle o sobrarle piezas, o podrá no embonar bien, o tendrá una tarjeta de comprobación para comparar los resultados una vez que se ha terminado.
Dentro del ambiente solo debe haber un ejemplar de cada uno –otra vez, tal como en nuestro hoArtículo gar–, lo cual favorece: el orden, la paciencia (si alguien más lo está utilizando), el trabajo en equipo y el cuidado del mismo.
Y aún cuando el material de desarrollo Montessori es bastante intuitivo e invita a la exploración del usuario, se requiere de la presentación del mismo como requisito para que el niño pueda elegirlo, posteriormente. La correcta presentación del material incluye no solo saber para qué está hecho o qué habilidades se van a desarrollar, sino cuándo, en qué momento será preciso ofrecerlo al niño para que le resulte interesante.
El material de desarrollo Montessori es la herramienta de las presentaciones que da el Guía, quien debe observar qué ofrecer a sus alumnos, ya que debe incluir un reto con posibilidades de éxito. Mostrar una presentación demasiado fácil puede aburrir o distraer al niño, mientras que una demasiado compleja puede frustrarlo y desanimarlo.
Dentro del entrenamiento Montessori se realizan los álbumes en donde se redacta la explicación de todas y cada una de las presentaciones, y en cada una de ellas se describe el material, especificando cómo y cuándo debe ofrecerse, tomando en cuenta –siempre– las necesidades e intereses del niño.
Cada presentación también cuenta con la descripción de su o sus objetivos, el propósito directo y los indirectos, el punto de atención, el control de error que pudiera tener, ejercicios siguientes y posibles variaciones.
Ahora bien, el material de desarrollo Montessori es un punto de partida, ya que el objetivo es despertar sus energías internas; atención y concentración para provocar la repetición y el perfeccionamiento; el desarrollo del orden mental a través de la manipulación intencionada por un objetivo claro; la exploración para el acomodo y creación de los propios aprendizajes.
Algo muy importante es NO DARLE TODO AL NIÑO. Sí, aunque parezca extraño, hay que dejar al niño sediento de más experiencias, de más conocimiento; permitir que surja en él la urgencia de querer saber más, de querer ir por más, de querer investigar más… y eso es quizás lo más valioso del aprendizaje, porque no es la suma de conocimientos adquiridos, sino la habilidad para no dejar de sorprenderse y no dejar de aprender.