Lo que María Montessori llamó “mente absorbente” no es otra cosa que lo que hoy conocemos como plasticidad, que en la infancia goza de su mayor capacidad, no obstante, independientemente de la edad, aprender una nueva habilidad puede cambiar la estructura y función del cerebro.
“Todo hombre puede ser, si se lo propone,
escultor de su propio cerebro”.
Santiago Ramón y Cajal.
La plasticidad cerebral es la capacidad del cerebro para cambiar y adaptarse a lo largo de la vida. Plasticidad sináptica (comunicación en la sinapsis entre neuronas existentes) y neurogénesis (nacimiento y proliferación de nuevas neuronas en el cerebro nos recuerdan que nuestros cerebros no son fijos, sino infinitamente adaptables. Con cada nueva experiencia y cada esfuerzo por crecer, tenemos el poder de recablear nuestros cerebros y transformar nuestras vidas.
En este sentido es importante cuidar el ambiente que favorezca las capacidades cerebrales del adulto mayor, para lo cual hay que considerar que el primer ambiente preparado de todos, es nuestro propio cuerpo.
Podemos tomar acciones para cuidar este ambiente que nos mantiene vivos; todo suma y no hay acción pequeña, por eso hay que considerar lo siguiente:
- Reducir el estrés.
- Mejorar el estado de ánimo.
- Optimizar mente y cuerpo.
- Cuidar el ambiente psíquico y físico para facilitar la máxima independencia y autonomía, posibles.
- Crear un lugar en donde las tendencias humanas se puedan desarrollar.
- Incluir a la comunidad como parte del hogar de las personas mayores.
Cuando el adulto mayor requiere de un cuidador o acompañante, éste debe situarse en una relación horizontal de jerarquías, con empatía, y debe conocer las tendencias humanas de esta etapa para preparar el ambiente, por ejemplo:
- Facilitando la orientación, la señalización, el acceso, la seguridad, la higiene, la estética.
- Cerciorarse de cubrir sus necesidades básicas, su seguridad e integridad física y emocional.
- También debe fomentar la motivación intrínseca, a través de su participación y actividades significativas.
- Generar un sentido de pertenencia.
- Ofrecer diversidad de trabajos con las manos y actividades con propósito inteligente, de origen múltiple: cognitivo y sensorial.
- Permitir la libertad de movimiento, aun estando en cama. Elegir dónde sentarse, en qué trabajar, promover el movimiento a lo largo del día.
- Permitir que la persona florezca y sea la mejor versión de sí misma considerando habilidades mixtas: independencia, autonomía.
- Dar lecciones de gracia y cortesía tanto para el adulto mayor como para su cuidador.
La convivencia con el adulto mayor es un regalo para la sociedad; no solo coadyuva a su bienestar, sino que también nos enriquece.
“La sociedad es interesante en virtud de los distintos tipos que la componen. Un albergue de ancianos o ancianas es algo muerto; resulta inhumano y cruel colocar juntas a personas de la misma edad, lo mismo ocurre con los niños, ya que, al obrar así, rompemos el hilo de la vida social, le quitamos el alimento”.
María Montessori, La mente absorbente, pág. 284.
Tal como lo hacemos con los niños, la observación hacia el adulto mayor se hace con todos los sentidos; la observación es una actitud de atención plena y respetuosa hacia la persona, es una herramienta esencial para comprender y apoyar el desarrollo de cada persona, una oportunidad para conocer y modificar el ambiente. Se observa con todo: ojos, oído, mente y corazón.
Observamos también qué nos provoca, qué nos hace sentir, qué pensamos y, así, entendernos para poder acompañar al otro.
La formación Montessori nos permite entender que hay que tomar en cuenta las preferencias de la persona, sus hábitos, costumbres, necesidades, intereses, habilidades, etc., para entender el porqué de determinada forma de comportamiento.
En esta etapa, como en todas, hay periodos sensibles, momentos importantes para el crecimiento, el aprendizaje y el desarrollo personal:
- Relaciones interpersonales.
- Salud y bienestar.
- Sentido de propósito y significado: contribución y legado.
- Independencia y autonomía.
- Bienestar emocional.
Y también hay períodos sensibles en el deterioro neuro-cognitivo y, como cada persona es única, hay que considerar sus habilidades y capacidades y trabajar con lo que sí puede hacer para evitar constante frustración por aquello que ya no puede hacer.
La aplicación de la filosofía Montessori en adultos mayores mejora la comunicación, la interacción y la satisfacción de los cuidadores.
EL AMOR es una fuerza que impacta positivamente en nuestro crecimiento personal y bienestar emocional; tiene la capacidad transformadora que nos inspira y motiva a nosotros y a los demás, permitiendo la EXPANSIÓN DEL SER, porque nos permite ir más allá, siendo nosotros mismos.
“El amor debe ser atesorado, desarrollado y ampliado al máximo de sus posibilidades. El hombre es el único de los seres vivos que puede sublimar esta fuerza que se le ha concedido y desarrolla lentamente, y su deber es convertirla más y más en un tesoro: precisamente porque es una fuerza, mantiene unido al universo. Todo es nada si no existe el amor.
María Montessori. La mente absorbente. Pág. 370.
Julia Ballesteros Sentíes
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