Evolución del conocimiento médico. ¿Qué falta en la actualidad?

Sabemos desde tiempos de Hipócrates (Cos 460 - Tesalia 377 a. C.) que en Medicina solo hay tres formas de curar:

1. Con el contrario (aloios), conocida como Alopatía.

2. Con el semejante homeoios u Homeopatía.

3. Con la cirugía, para la atención de problemas mecánicos, perforaciones, traumatismos, tumores, etc. Así como el recién nacido puede ver imágenes sin precisarlas, y necesita disponer del reflejo óculo-auditivo para seguir un rostro al haber escuchado una voz, cuando establece la maduración óculo-auditiva, amplía su campo visual a 180 grados y percibe mejor; así el conocimiento médico, usando la alopatía (enfocado en la enfermedad y estableciendo terapéutica con el contrario) y complementado con la homeopatía (que es la medicina de la persona enferma y cuya terapéutica se basa en el semejante) ayudan al médico a tratar integralmente a cualquier persona enferma con el objeto de reincorporarla a la vida sana, se ejerce una visión más completa.

Desde el nacimiento de la clínica en el siglo XVIII hasta mediados del siglo XX, los médicos fueron elaborando una serie de conocimientos que los llevaron a entender qué le pasa a alguien enfermo. Era conocido como el médico de cabecera que atendía a los miembros de una familia, los conocía bien en su entorno afectivo, cultural, físico, psicológico, y podía acercarse mucho más a todos ellos, conociendo qué les sucedía cuando enfermaban. Poco a poco se ha ido deteriorando esta situación al aumentar el número de pacientes, sobre todo en hospitales públicos, y la atención médica radica en conocer el número del expediente, de la cama o fijarse en los exámenes e imágenes de la enfermedad que le aqueja para saber de quién se trata, es poco atendida, se ve a la enfermedad no al enfermo. Esta visión es parcial y trunca. Se dispone de poco tiempo, energía e interés para conocer cada caso y a cada individuo. Se ha despersonalizado al enfermo. El médico ha ido perdiendo su sentido humano y de empatía hacia los demás y ha cubierto este hueco con los exámenes y las imágenes a las que tiene acceso para saber parcialmente qué sucede en cada enfermo, con el cual casi no dialoga. ¡Qué paradoja! Ha desviado su atención y conocimiento hacia los exámenes de laboratorio o a las imágenes que le pueden hacer saber qué sucede en el interior del organismo afectado. ¿De verdad esto es adecuado y suficiente?, ¿Se puede conocer realmente qué sucede en el interior en forma adecuada y definitiva?, ¿Lo demás que aparece ya no importa?

La enfermedad inicia con una desarmonía, con la ruptura de un equilibrio que nos conserva y mantiene en silencio sintomático. Poco a poco se alteran las sensaciones, las funciones, los tejidos, los órganos y, posteriormente aparece la lesión, que trae consigo modificaciones tanto anatómicas como funcionales en tejidos y órganos.

Dependiendo de la etapa y del tipo de enfermedad, será o no necesario usar medios externos para conocer qué le pasa a nuestro enfermo. Generalmente un buen médico puede hacer uso de la clínica para hacer el diagnóstico etiológico, sintomático, topográfico, sindromático, diferencial, y es entonces cuando después, de una orientación clínica, acude a otros medios que le ayudarán a conocer con exactitud qué está pasando, y muchas veces a pesar de todo ello, el qué sucede permanece en la incertidumbre y tiene que recurrir a una prueba terapéutica, pero orientada, para poder saber qué pasa. A veces un diagnóstico definitivo no es tan sencillo de elaborar o respaldar. La actitud ante el enigma clínico debe ser objetiva, racional y orientada a curar al enfermo, sin soslayar las cosas importantes que le orienten para tal efecto. Otra vez es indispensable recurrir a la totalidad del paciente, física, mental y emocionalmente; todo sirve para descifrar el enigma.

Primero escuchar al enfermo, dejarle hablar espontáneamente, no prejuzgarlo; después corroborar los síntomas, tener nuestros sentidos abiertos y establecer empatía. Escuchar a los que conviven con él para obtener más información de cómo ha enfermado y cómo se comporta ante la adversidad. Se debe obtener una historia biopatográfica del sujeto, con los sucesos importantes de su vida, y analizar la forma en la que enferma y la sucesión sintomática que le acompaña en su padecer. Todo este conjunto nos permitirá conocerle y ayudarle con nuestro actuar médico.

DR. MANUEL EDUARDO JAIME CALDERON

Médico Pediatra y Médico Homeópata Presidente Masaryk 134-201 Col. Polanco

CEL. 55-5403-8347 Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

 

La primera tarea de la educación es agitar la vida, pero dejarla libre para que se desarrolle.