En las siguientes páginas trataré de desmitificar algunos comentarios, que frecuentemente, personas que no saben nada de Montessori, expresan.
“MONTESSORI NO ES PARA TODO TIPO DE NIÑOS”
Desde hace muchos años hemos hecho nuestra una frase que resume la respuesta a este prejuicio: “Montessori es para todo tipo de niños, pero no para todo tipo de papás/mamás”.
Hemos enfatizado que la escuela -cualquier escuela- debe acompañar al proyecto educativo de las familias, ya que la educación esencial la recibimos en este entorno. El papel de la escuela es acompañarlas en esta tarea, favorecer el desarrollo integral del niño, y formar al alumno con conocimientos y experiencias que le permitan convertirse en la mejor versión de sí mismo.
Por ello es importante que los padres y madres conozcan más a fondo la filosofía y pedagogía de la escuela que elijan, que aclaren sus dudas, y que se comprometan con la que han escogido para, así, colaborar en la educación de su hijo, de tal forma que éste, como alumno, permita que los adultos a su cargo, lo guíen adecuadamente.
El conocimiento y la claridad sobre el trabajo de la escuela debe acompañarse de confianza; confianza en lo que a ella compete como institución educativa, y confianza en el niño, en su natural necesidad de conocer el mundo y formar parte de él, así como en su capacidad y habilidades para lograrlo.
Montessori responde a las necesidades universales del niño, y por ello ha servido desde hace más de un siglo a niños de muy diferentes nacionalidades, culturas, razas, religiones, preferencias y situación socioeconómica; respetando su singularidad y propias habilidades, lo que lo convierte en un sistema para todos los niños.
Por lo anterior, Montessori es una propuesta que comienza con los adultos a cargo.
“LOS NIÑOS MONTESSORI HACEN LO QUE QUIEREN”
La filosofía Montessori promueve el desarrollo de la voluntad y de la libre elección. Ambas son indispensables para la formación de un adulto consciente y responsable, por ello se ejercitan dentro de los ambientes preparados, y deseablemente, dentro de sus hogares.
Es con límites claros y consistentes, y con consecuencias lógicas, que se puede permitir a los niños tomar sus propias decisiones, y orientarlos hacia la conquista de sus retos. Cuando estos factores están presentes, el niño construye su disciplina interna, disfruta de su trabajo y se hace responsable de sus acciones.
Podríamos decir, entonces, que los niños Montessori, más que hacer lo que quieren, quieren lo que hacen.
“MONTESSORI ES COMO UNA EDUCACIÓN ESPECIAL PARA NIÑOS CON PROBLEMAS”
Si bien es cierto que la Dra. María Montessori inició su investigación pedagógica con niños considerados “idiotas”, esto se convirtió en una afortunada circunstancia que le abrió las puertas para continuar con su trabajo y desarrollar lo que serían las bases filosóficas y pedagógicas de su propuesta educativa.
Una vez que demostró los grandes avances que obtuvieron los niños con los que trabajó en el psiquiátrico, dedicó su vida a trabajar con niños y niñas de muy diferentes estratos sociales, en diferentes países del mundo, de muy diversos contextos familiares, y con sus propias particularidades.
En los ambientes Montessori todos los niños son diferentes; todos tienen habilidades y áreas de oportunidad; tienen diferentes gustos e inclinaciones a las distintas áreas de trabajo; cada uno tiene su propio ritmo de desarrollo, y en este sentido, cada uno es único y especial.
Con todo esto podemos decir que Montessori no es una educación especial, sin embargo, también es, y ha sido, una alternativa para los alumnos a quienes no les funcionan bien los sistemas educativos convencionales.
“MONTESSORI NO TIENE UNA ESTRUCTURA ACADÉMICA”
Montessori está basado en un conocimiento científico sobre las etapas de desarrollo del ser humano, de sus tendencias humanas y periodos sensitivos; funciona a través de la observación y su seguimiento; y se enriquece con material de desarrollo –que se caracteriza por su exactitud y precisión–.
El contenido académico, y para el desarrollo de habilidades, está plasmado en las presentaciones Montessori de los álbumes que realizó el Guía a lo largo de su entrenamiento. Las presentaciones abarcan, progresivamente, el currículo que –sobradamente– deben trabajar los alumnos, con la ventaja de considerar periodos de tres años para revisarlo, respetando el ritmo e interés de aprendizaje de cada niño.
El trabajo con los alumnos se lleva a cabo de la siguiente manera: el Guía hace una planeación semanal de presentaciones para sus alumnos, y conforme las va dando, va haciendo sus anotaciones. Finalizando la semana la transcribe al record de cada uno. Esta información será la base para la planeación de la siguiente semana.
Con este seguimiento individual, el Guía tiene una visión del aprendizaje de cada alumno, que le permite guiarlo hacia la consolidación de lo que ha visto, al aprendizaje de nuevos conocimientos, y al desarrollo de nuevas habilidades, así como a crear estrategias particulares cuando se presenta alguna dificultad.
“CUANDO SALEN DE MONTESSORI TIENEN PROBLEMAS PARA ENTRAR A UN SISTEMA TRADICIONAL”
Como cualquier persona ante un cambio, los alumnos Montessori deben pasar por un periodo de adaptación a la nueva escuela; conocer no solo sus reglas y sus tiempos, sino también hacer amigos, crear vínculos con los profesores, y sentirse parte del nuevo entorno.
Académicamente, como cualquier niño, se sentirán mejor preparados para algunas asignaturas que para otras, y en todo caso, no se intimidarán para preguntar lo que no entienden, o para expresar su postura y opinión, aunque esto a veces no sea del agrado de profesores rígidos o soberbios.
Los alumnos Montessori son fácilmente reconocidos en otras escuelas, y muy apreciados en aquellas que buscan el trabajo en equipo y la colaboración, y que valoren la iniciativa, el razonamiento, la empatía, la investigación y el aprendizaje significativo.
Como en toda elección, lo mejor es buscar una escuela que comparta el proyecto educativo de la familia y sus valores, y en donde el perfil del niño sea compatible con la población estudiantil de la nueva comunidad. También hay que ser congruentes con las exigencias de la institución, y lo que cada familia realmente desea.
“…SON MUY CONTESTONES”
Recordemos que, a diferencia de un sistema “tradicional”, en donde los adultos a cargo son directivos, y los alumnos son pasivos en el aprendizaje y sumisos a la disciplina, en los ambientes Montessori se les guía para que ellos sean parte activa de su aprendizaje, y para ello es importante que desarrollen la voluntad y la disciplina interna, lo cual es posible –únicamente– a través de la experiencia propia.
Esto es, los alumnos deben experimentar claridad, certidumbre y consistencia a través de límites razonables a su edad y contexto, así como vivir las consecuencias lógicas cuando los rompen, ya que es a través de vivir esto, que pueden formarse un criterio propio y poner en práctica su autocontrol.
Los alumnos Montessori aprenden con gracia y cortesía; están acostumbrados a convivir en una comunidad que respeta las diferencias, que tiene aprecio por la vida, los animales y las plantas, y que siente una responsabilidad por el medio ambiente. Son los primeros en indignarse cuando ven un patio de recreo lleno de basura, y los más dispuestos para repartir de sus dulces, a quienes no alcanzaron, en la piñata.
No obstante, los alumnos Montessori tampoco tienen miedo a equivocarse —saben pedir ayuda– y así como no tienen temor a levantar su voz para preguntar, tampoco lo tienen cuando ven un error o una injusticia. Y son, este razonamiento y este juicio crítico –bien desarrollados– los que a veces son vistos como una amenaza o una falta de respeto.
“SU PRIMO SE SABE LAS TABLAS DESDE CHIQUITO…”
Para poner en contexto este tipo de comentarios, vale la pena definir “memoria” y “aprendizaje significativo”.
La memoria es la facultad psíquica por medio de la cual se retiene y recuerda el pasado. El aprendizaje memorístico es una mera incorporación de datos que carecen de significado para el estudiante.
El aprendizaje significativo implica aspectos cognoscitivos y afectivos, en donde el estudiante asocia la información nueva con la que ya posee. “…Por ejemplo, los procesos de reflexión y construcción de ideas, permiten contrastar las ideas propias expuestas con las de otros y revisar, al mismo tiempo, su coherencia y lógica, cuestionando su adecuación para explicar los fenómenos…” Romero y Quesada, 2014
La pedagogía Montessori considera a los procesos de aprendizaje como la auténtica forma de hacerlos parte de uno mismo. Para ello hay que vivirlos, experimentarlos y entenderlos, de ahí que la repetición con el material de desarrollo, hasta tener éxito, sea tan importante.
Tanto para comprender la multiplicación, como la relación entre dos hechos históricos, por ejemplo, se requiere de un proceso de abstracción y razonamiento que permita crear imágenes mentales de relación, así que la mecanización de las tablas, o el entendimiento de la historia, serán consecuencia de este proceso; no así, cuando primero se fuerza a los niños a memorizar, sin comprensión, porque se corre el riesgo de caer en el olvido, la sinrazón y la imposibilidad de construir más aprendizajes sobre los anteriores.